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Información para la toma de decisiones en la ganadería vacuna. Precipitaciones en Cuba (página 2)



Partes: 1, 2

Tabla 1. Frecuencia de clases de la precipitación anual en el país. Período 1985 – 2007

Conteo

Acumulado

Porcentaje

Acumulado

898,9<x><=975,1

2

2

9,5

9,5

975,1<x><=1051,

0

2

0,0

9,5

1051,4<x><=1127,7

3

5

14,3

23,8

1127,7<x><=1204,0

3

8

14,3

38,0

1204,0<x><=1280,3

2

10

9,51

47,6

1280,3<x><=1356,6

6

16

28,6

76,2

1356,6<x><=1432,9

2

18

9,5

85,7

1432,9<x><=1509,2

2

20

9,5

95,2

1509,2<x><=1585,4

0

20

0,0

95,2

1585,4<x><=1661,7

1

21

4,8

100,0

Las precipitaciones influyen de manera indirecta sobre la producción animal, pues su efecto pasa a través de la producción de pastos y la disponibilidad de agua y se considera que la producción de pasto está limitada fundamentalmente por el factor agua. En este sentido, han sido referidos de forma evidente los efectos favorables del incremento de las lluvias en la producción de leche vacuna (Reyes et, al. 2005; Hernández, 2005; García López et al, 2005) y la reproducción (García López et al, 2005; López et al, 2004), generalmente como resultado de la mayor producción de pastos (Sánchez, et al. 2005) en cantidad y calidad (Torres y Carulla, 2003)

Para diseñar estrategias y efectuar toma de decisiones específicas, obsérvese el comportamiento mensual de las lluvias en sus mínimos y máximos más probables y frecuentes para los diferentes meses del año Tabla 2.

Tabla 2. Frecuencia mensual (%) de rangos de precipitación más probables. Período 1985-2007.

Mes

Nivel

Conteo acumulado

Porcentaje acumulado

Enero

4,5=x=46,5

18

85,7

Febrero

8,2=x=70,4

20

95,2

Marzo

7,8=x=57,2

18

85,7

Abril

8,4=x=71,4

15

71,4

Mayo

53,5=x=168,5

13

61,9

Junio

71,6=x=208,9

15

71,4

Julio

54,5=x=190,5

20

95,2

Agosto

90,4=x=202,6

21

100

Septiembre

68,3=x=205,6

18

85,7

Octubre

7,9=x=201,0

17

80,9

Noviembre

7,6=x=125,8

20

95,2

Diciembre

0,1=x=90,8

20

95,2

Se describe para este periodo que los meses de mayor sequía, enero, febrero y marzo, las lluvias más probables no superan apreciablemente los 71 mm con un 95,2 % de acumulado y junio como el mes más lluvioso (209 mm) con un 71,4 % del acumulado.

2. Precipitación media mensual:

La precipitación mensual conformó por el diagrama de árbol para las distancias euclidianas dos grupos de seis meses cada uno que comprenden: 1) los meses de Octubre-agosto-julio-septiembre-mayo y 2) noviembre-abril-diciembre-marzo-febrero-enero, que para la proyección agraria comprenden las épocas de lluvia de mayo a octubre y de seca de noviembre a abril (Fig.2)

Fig. 3. Agrupación de las precipitaciones por meses. Período 1985-2007.

La precipitación media mensual se incrementa a partir de mayo, y se mantiene hasta noviembre, decayendo en diciembre. Los meses de mayo a octubre acumulan, individualmente, por encima del 11 % de las precipitaciones y en conjunto el 76 % de la precipitación anual, mientras el resto acumula individualmente menos del 6 % y en conjunto el 24 % (Fig. 3). Es notable el riesgo que se corre al intentar realizar siembras después de octubre, que no permitirían un desarrollo adecuado de las plantas, de la misma manera que antes de mayo. El 76 % de las lluvias ocurran en seis meses, impone un manejo de la alimentación, dirigido a atenuar ese desbalance y a evitar el deterioro impuesto por un posible sobrepastoreo.

Fig. 3. Distribución de la precipitación media anual (% del total año) de Cuba. Período1985 -2007.

Los patrones climáticos se traducen por medio de la variabilidad de las precipitaciones en la variabilidad de la producción asociada (Meinke et al. 2001). De acuerdo con Bruinsma (2003), el desarrollo de la ganadería incrementa la presión sobre el recurso agua. Además la irregular distribución de las precipitaciones, es también el origen de una distribución irregular de la producción forrajera (Romero, 1994).

Los meses en los cuales el límite de tolerancia está por encima de la necesidad de la planta son los correspondientes a la seca, de noviembre a abril. En relación a esto, debe existir una racionalidad espacial (Lavell, 2002) por lo que no es posible obviar el hecho de que, dentro de una provincia, pueden ocurrir importantes variaciones en las precipitaciones, como ocurre en Guantánamo (PMA, 2001), causadas entre otros, por accidentes los geográficos.

Cuando se agruparon las provincias de acuerdo a sus niveles de precipitación, se muestran dos grandes grupos, Las Tunas – Camagüey – Granma – Holguín – Santiago de Cuba – Guantánamo (6) y Cienfuegos – Villa Clara – Ciego de Ávila – Pinar del Rio – Sancti

Spiritus – La Habana – Ciudad Habana – Matanzas – Isla de La Juventud (Fig. 4)

Fig. 4 Fig. 3. Agrupación de las precipitaciones según las provincias.

Se verifica que las mayores precipitaciones anuales ocurren en Cienfuegos, Pinar del Río y S. Spíritus, y las menores en Granma, Guantánamo y Las Tunas (Fig 5) y fueron de 1530 mm en la primera y 955 mm en la última. Es evidente que, además de la distribución temporal de las lluvias, aquellas provincias que reciben mayores precipitaciones presentaran una situación más favorable para la producción de pastos. Desde Camagüey hasta Guantánamo, la precipitación es inferior a la media del país. Lo anterior según Botero y Russo (1998) pudiera implicar dos grandes ecosistemas diferentes, creados por la disponibilidad de las precipitaciones, de lo que derivan diferentes tecnologías a aplicar. Una posible estrategia es el uso de árboles. Estos pueden jugar un papel importante en todos los ecosistemas, pero especialmente en aquellos donde, además de los beneficios de la fertilidad, aporten una mejora en la disponibilidad de agua.

Conocer las tendencias climáticas de las precipitaciones contribuye a tomar decisiones que se ajusten dentro del plan estratégico de la unidad, de manera que tales decisiones se planifican con meses de antelación y sus consecuencias se ven varios meses posteriores, como pueden ser las operaciones, el manejo de la producción, tipo de pasto o animal, y otras de mayor alcance, como el uso de la tierra (Meinke et al, 2001) se traduce en efecto significativo sobre el rendimiento de los pastos (Navarro y Vázquez, 1997).

Fig. 5. Precipitación anual por provincia. Período de 1985 – 2007

Además, las fuertes lluvias tropicales, concentradas en cortos períodos de tiempo, tienen el potencial de arrastrar grandes cantidades de suelo, a menos que éste se encuentre bien protegido. En potreros ondulados o pendientes sin protección superficial, al no contar con árboles, y al estar los pastos mantenidos a baja altura, se crean condiciones para que ocurran grandes pérdidas de suelo, por el impacto directo de las gotas de lluvia sobre el suelo descubierto, y por la pezuña del animal, al disturbar el suelo con poca cobertura; lo que conduce, inevitablemente, a menor productividad a través del tiempo, por la pérdida de fertilidad del suelo y la degradación de la cobertura del pasto.

Según Meinke (2001) mediante el uso de la información climática de conjunto y análisis de sistemas, los productores pueden ser menos dependientes del clima y ganar mayor comprensión de la vulnerabilidad del sistema para comenzar a realizar operaciones más confiables. En Cuba estas decisiones pueden relacionarse con el tipo de pasto a sembrar, al proporcionar información actualizada acerca de los niveles de precipitaciones en las regiones administrativas que se abarca, y sugerir otras recomendaciones para la conservación de recursos naturales, planificación de actividades como siembra, atenciones culturales, épocas de parto más adecuadas entre otras.

Al aplicar el Índice modificado de Fournier (Arnoldus, 1978), para calificar cualitativamente la variabilidad de la lluvia, encontramos que ésta puede considerarse alta, de acuerdo a lo propuesto por CORINE, (2002), al alcanzar un valor de 135,2. En tanto, el Índice de concentración de las precipitaciones (Oliver, 1980) es moderadamente estacional, al alcanzar un valor de 11.0. De lo anterior podemos afirmar que existe presión sobre los ecosistemas cubanos debido a las lluvias. La conjugación de la variabilidad y la concentración nos da una idea del riesgo que presenta la lluvia como factor en la producción, es decir: alta variabilidad y moderadamente estacional. A lo anterior se añade que la sequía es una de las anomalías ambientales más difíciles de evaluar por su gran complejidad, pues a la vez que depende de las escasas precipitaciones, también se relaciona con la capacidad de almacenamiento del suelo y la ocurrencia del fenómeno, en relación con el ciclo vegetativo anual (Navarro y Vázquez, 1997). El IET calculado alcanza el valor de 8 por lo que la agresividad es media aunque su efecto siempre dependerá del grado de cobertura del suelo.

La mayor parte de nuestros pastizales está formada por pastos naturales. Se ha reconocido que hay pastos que presentan mayor tolerancia al estrés por falta de agua, durante el establecimiento (Argel, 2003), en la producción de biomasa (Betancourt, et al. 2001; Sanabria et al, 2009). En cambio, otros se han desarrollado por su respuesta a las precipitaciones (Hill et al, 2001), incluidas leguminosas (Díaz et al 2000; Pírela et al, 1997; Rodríguez et al, 2009). Es en la época de lluvia donde se incrementa la variabilidad de los rendimientos, precisamente como expresión del potencial de los pastos (Sanabria et al, 2009; Olivera et al, 2005), incluida la disminución del posible efecto de fertilizantes (Navarro y Vázquez, 1997)

No obstante, para que el suelo tenga suficientes reservas de agua con qué soportar las cuantiosas pérdidas ocasionadas en la época de sequía, es necesario que existan las condiciones para que pueda almacenar grandes cantidades de agua caída en grandes aguaceros y en cortos períodos de tiempo; dadas las diferentes capacidades de los suelos para almacenar agua (Winter, 1979)

En igual sentido, están las diferencias en el comportamiento de los animales en cuanto a la selección del pasto que consumen (Benavides, 1998; Rodríguez, 2009), tanto por la variabilidad de la vegetación, como por los cambios en la calidad del alimento disponible entre estaciones (Faría-Mármol. et al, 1997119972; Rodríguez, 2009), como por su comportamiento en momentos particulares de lluvias muy fuertes (Mahecha et al 1998)

Conclusiones

Los meses de mayores precipitaciones son junio y octubre y las menores ocurren en enero y febrero.

Las mayores precipitaciones anuales ocurren en Cienfuegos, S. Spíritus y Pinar del Río y las menores en Las Tunas, Guantánamo y Granma.

El país se puede dividir en dos grandes zonas, de acuerdo a las precipitaciones, las provincias de Pinar del Rio a Ciego de Ávila y desde Camagüey a Guantánamo

La precipitación constituye en Cuba un factor que debemos tener en cuenta, posiblemente como el más importante de los insumos 讯 naturales讠

Recomendaciones

A partir de la información generada, y teniendo en cuenta los conocimientos de los productores en los territorios hay posibilidad de tomar decisiones, entre otros, en relación con:

Utilización de pastos adaptados a las diferentes condiciones de precipitación.

Establecer cronogramas de siembra generales, acordes con la distribución de las precipitaciones.

Establecer el tiempo de establecimiento de los pastos de acuerdo a la duración y cantidad de las precipitaciones.

Establecer tiempos de pastoreo y cargas considerando las precipitaciones, su distribución y otros factores.

Establecer estrategias de manejo y alimentación según las precipitaciones y otros factores biofísicos.

Adoptar medidas de conservación de los recursos naturales, especialmente agua y suelo, teniendo en cuenta los índices de distribución y concentración de las precipitaciones.

Adoptar tipos genéticos de animales en dependencia de los factores biofísicos presentes en cada área.

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Autor:

E. Vieito y N. González

Centro de Investigaciones para el Mejoramiento Animal en Ganadería Tropical.

 

Partes: 1, 2
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